Categoría: 2018

La participación de las mujeres en la gobernanza territorial: experiencia de una lideresa Yánesha Ashaninka del Perú

En este artículo, queremos compartir algunas reflexiones sobre la importancia del territorio como el escenario donde actividades, relaciones y culturas tienen lugar. También queremos subrayar la importancia de la participación de cada unx de los miembros que viven en colectividad en cuanto al uso y manejo de los recursos, es decir, a la gobernanza del territorio. Hablaremos de como, en años recientes, en algunas comunidades andinas y amazónicas del Perú, se ha dado la participación de las mujeres en la toma de decisiones en sus comunidades y su importancia frente a conflictos relacionados a actividades extractivas. Esto será ilustrado por la experiencia de Ketty Marcelo López, presidenta de la Organización nacional de mujeres indígenas andinas y amazónicas del Perú (ONAMIAP)[i], a quien entrevistamos. Las comunidades nativas y la transformación del campo peruano Entre los pobladores andinos quechuas, se dice que para que haya Sumac Causay tiene que haber respeto, equilibrio y reciprocidad entre seres humanos, plantas y animales salvajes y domésticos, y entre los espíritus protectores de bosques y montañas (Ayllus) y la madre tierra (Pachamama).  De la Sumac Causay, que es la visión y filosofía ante la vida y la naturaleza, se desprenden las bases del Buen Vivir[ii]. En estas últimas décadas, ciertamente ha habido una transformación de esas relaciones de solidaridad entre pobladores y de las relaciones de éstos con la flora y a la fauna, que está estrechamente relacionada con la apertura de economías nacionales dejándolas a disposición del libre mercado. Ya han pasado alrededor de 40 años desde que se incorporó la idea que la agricultura en los países del hemisferio sur, tanto tradicional como la intensiva o semi-intensiva; debería haberse transformado, modernizándose y haciéndose más eficiente para que de esta manera los productores alcanzaran mejores niveles de vida. En este afán de integrar a la economía la agricultura tradicional, familiar o de subsistencia inició un mercado voraz de tierras. El mecanismo para que esto sucediera ha sido la titulación de tierras individuales (parcelización), incluso dentro de territorios con estructura y organización comunales (véase el caso del Perú y sus comunidades nativas y campesinas). Cabe aclarar que la titulación de tierras era el preámbulo de la apertura de los mercados nacionales a la competencia mundial a través de acuerdos comerciales binacionales o plurinacionales. Fue así como inicio este voraz mercado de tierras donde los principales interesados y competidores por adquirirlas son empresas del sector primario y secundario. Dentro de éstas, están aquellas compañías del sector alimentario con inmensos oligopolios, al igual que la industria minera y de hidrocarburos (petróleo y gas natural principalmente). Es de esperar que paralelo a este auge de actividades extractivas haya también cada vez más conflictos con las comunidades donde éstas se pretenden realizar[iii]. La agricultura familiar sigue siendo crucial para la alimentación en el Perú, donde casi el 70% de los productos del campo son producidos por pequeños agricultores y un poco más de la mitad de ellos son mujeres[iv]. Está claro que la conformación social de las comunidades nativas y su territorio están en proceso de transformación, quizás irreversible. Muchos de los hombres se encuentran fuera de sus comunidades, trabajando en las urbes en oficios tradicionales. La feminización del medio rural peruano como en muchos otros países de la región, se está dando a gran velocidad y esto está contribuyendo a que la participación femenina se amplíe en ámbitos donde antes era impensable: cada vez hay más jefas comunales. Para detallar y ejemplificar lo que en párrafos anteriores se ha mencionado, recurrimos a extractos de la entrevista realizada con la lideresa Yánesha Ashanika y presidenta de ONAMIAP, Ketty Marcelo López. La visión de una lideresa Yánesha Ashanika del Perú, presidenta de ONAMIAP Ketty Marcelo López es una lideresa del pueblo Yánesha Ashaninka en la región Junín y dirigente de su comunidad nativa Pucharini. Como consejera directiva de la Central de comunidades nativas de la Selva Central (CECONSEC), ha enfrentado a la minera que contamina los ríos Chanchamayo y Perené y ha contribuido al Consejo regional de la mujer de la Selva Central. En la actualidad, Ketty es fundadora y presidenta de la Organización nacional de mujeres indígenas andinas y amazónicas del Perú (ONAMIAP). Además, participa activamente en la defensa de los derechos territoriales como parte del Pacto de Unión de organizaciones indígenas del Perú. Tomó parte en conferencias de Naciones Unidas (COP 20, 21, 22 y 23), así como en el Foro Permanente de los pueblos indígenas de Naciones Unidas. Con respecto a los roles de las mujeres y su transformación, esto es lo que Ketty Marcelo López comparte: Ketty: “Antes del colonialismo, nosotras vivíamos en complementariedad mujer-hombre. El varón va a la caza, a la pesca, a la chacra (pedazo de tierra), y la hermana se queda cuidando a los niños, preparando el masato[v]. Sin embargo, hemos visto que hay bastante machismo dentro de las comunidades. Las mujeres hemos ido entendiendo que los roles pueden ser compartidos. El esposo debería ayudar también en las labores de la casa, así como nosotras ir a sembrar la yuca, cosechar el plátano, acompañamos a la pesca también al esposo. Hemos ido entendiendo y aprendiendo para que nosotras también nos vayamos capacitando, para nosotras también debería ser fundamental compartir el tema de los roles.” En cuanto a los cambios en las comunidades y a la participación de las mujeres a la toma de decisión con respecto al territorio, Ketty comenta: Ketty: “Poco a poco en algunas regiones vemos el cambio. Estamos viendo que poco a poco se va incorporando la participación de las mujeres, pero hay que hacer un trabajo previo de sensibilización también en la comunidad. La importancia de que ellos (los hombres) reconozcan los aportes de las mujeres frente al territorio. Muchas veces somos las mujeres las que conocemos los linderos [de la tierra], somos las mujeres quienes sabemos dónde encontrar la medicina, dónde encontrar la semilla para la artesanía, aunque en algunos lugares todavía hay resistencia. Las mujeres están más apegadas al territorio que los varones. Muchas veces los varones se han visto en la necesidad de migrar por la economía, por trabajo a la ciudad y quienes se quedan encargadas de las labores tanto domésticas como de los trabajos en la chacra, es la mujer. Se siente aún más al regreso de los esposos o de los hijos que quieren vender o parcelizar las tierras y las mujeres somos las que lo hemos defendido porque [la mujer] siente que es parte de su vida. Es un tema de protección y cuidado, sino qué cosa les voy a dejar a mis hijos. Es la relación de armonía, necesidad y de respeto por el territorio, es lo que hace la diferencia.” Frente al extractivismo: fortalecer las capacidades de las mujeres y sensibilizar los hombres Ketty Marcelo luego comenta que algunas de sus bases están haciendo frente directo en el conflicto con compañías de aceite de palma en Santa Clara de Uchunya y de minería en la región de Madre de Dios, en la comunidad nativa de Tres Islas que está siendo bastante afectada. El modus operandi de las empresas para su aceptación en las comunidades es a través de la división de estas con el doble discurso, el doble mensaje entre los actores y pobladores, la entrega condicionada de víveres y material pidiendo a cambio la no ejecución del proceso de consulta previa paradójicamente llamada “libre e informada”[vi]. Al mediano y largo plazo, estos acuerdos comunidad-empresa llevan a cabo, con su “indispensable” presencia, al sustituir progresivamente funciones que sólo le conciernen al Estado, una deslegitimización de procesos que no son en sí aún muy sólidos (e.i. la CPLI). Ante tal situación preguntamos a Ketty Marcelo “¿qué hacer?”. Así responde: Ketty: “Lo que nosotros hacemos es fortalecer las capacidades de las mujeres tanto en derechos individuales, como en colectivos para que ellas puedan ejércelo dentro de sus comunidades, dentro de sus organizaciones territoriales.” Aunado a lo arriba mencionado y más en concreto, hacemos la pregunta sobre cómo ONAMIAP y sus bases están haciendo frente a las actividades extractivas en su zona. Ketty: “Sabemos que la regla que manda en la comunidad es el estatuto comunal (derechos consuetudinarios). Entonces con ONAMIAP hacemos trabajos de sensibilización a nivel comunal para que ellos [los hombres] pudieran aprobar la participación de las mujeres dentro de la junta directiva de la comunidad. Hemos avanzado un 40% en algunas comunidades, lo que nos permite colocar a tres mujeres dentro de la junta directiva que son siete en total. También nos toca el rol de prepararlas [a las mujeres electas]. Lleguen o no las empresas, ante cualquier amenaza, ya sea de invasión, de extractivas, siempre las mujeres estamos presentes ahí defendiendo.” Ketty Marcelo se da cuenta que el trabajo de sensibilización tanto en mujeres como en hombres implica mucha energía. Por último, pedimos a Ketty López su opinión para aquellas comunidades en conflicto con empresas extractivas: Ketty: “Organizarnos porque lo primero es que la comunidad debe estar unida ya que muchas veces pasa la empresa y encuentra divisiones y desunión entre miembros de la comunidad y lo aprovecha, ofrece algo por un lado y por otro, y las mujeres hemos resistido bastante al recibir estos “incentivos” (sobornos). Entonces yo recomendaría en primer lugar que la comunidad debe tener un plan de vida de acá a 20 años. Saber para dónde vamos, o cómo en economía, qué queremos en educación, qué queremos en salud, en conservación del territorio. Entonces si nosotros tenemos un plan de vida de la comunidad, no nos vamos a dejar fácilmente comprar por estos “incentivos”. El plan de vida lo debe conocer toda la comunidad, no sólo el jefe de la comunidad ni la junta directiva. Esto traza la diferencia. Nosotros nos reconocemos como pueblos indígenas, sujetos de derecho y de obligaciones frente al Estado: las deudas históricas y estar unidos en la comunidad son cosas a tomar en cuenta. Hay que considerar también el aporte importante de las mujeres, las mujeres siempre hemos sido más cuidadosas y más fuertes frente a todos estos procesos de extractivismo que llegan a las comunidades.” Construir su propio concepto de lucha feminista como mujeres indígenas Cabe subrayar que la última pregunta que hicimos, para finalizar la entrevista a la lideresa Ketty Marcelo López. Fue si ella se consideraba una feminista o antimachista. Aquí el extracto: Ketty: “¡¡Uuyyyy, que pregunta tan difícil!! Hasta hace poco comencé a entender qué era el feminismo… lo que sí sé es que soy una mujer indígena que lucha defendiendo tanto derechos individuales, en cuanto a la violencia contra la mujer, como [derechos] colectivos por el lado a nuestro apego al territorio. Estamos conscientes que muchos derechos como mujeres indígenas o no indígenas fueron ganados en el mundo entero gracias a la lucha feminista con la que no estamos en desacuerdo.” La lideresa Ketty Marcelo cuenta que, en discusiones o talleres, han hablado sobre el feminismo comunitario o el ecofeminismo sin llegar aún a una conclusión. Ellas -su grupo- desean seguir construyendo su propio concepto de lucha (feminista) sin la adopción de discursos occidentales. Comenta que sí saben a dónde se dirigen, pero que aún les cuesta entender la actual propuesta feminista y su gran gama de actores, intereses y luchas. Algunas reflexiones en forma de conclusión ONAMIAP, como otras organizaciones en el Perú y resto de América Latina, está cumpliendo un rol muy importante al empoderar a mujeres y hombres de muchas comunidades nativas y campesinas de la zona andina y de la zona amazónica para favorecer su autonomización. Como bien lo señala la entrevista con Ketty, ese sentir de apego más profundo por parte de las mujeres hacia el territorio está muy generalizado en gran parte del Perú. Siendo hombre, no me atrevo a hacer una analogía entre el cuerpo y la defensa del territorio porque siento yo esto es contribuir a los roles prestablecidos de género. Considero que la defensa del territorio no es labor de una solamente, es una labor colectiva, de todas y todos, y que no debe restringirse a las comunidades nativas y campesinas, sino también involucrar a las urbes.   Ilustración de Daniza Curich  
Notas  [1] https://onamiap.org/ Ketty Marcelo López participó al Encuentro Internacional “Mujeres en resistencia frente al extractivismo” que se realizó en Montréal (Québec, Canada) del 27 al 29 de abril de 2018. [2] Asociación Andes, dirección URL: http://www.andes.org.pe (página consultada en septiembre de 2018). [3] Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina “OCMA”, dirección URL: https://www.ocmal.org (página consultada el 28 de septiembre 2018). [4] Maletta, Héctor. (2017). La pequeña agricultura familiar en el Perú. Una tipología microregionalizada. En el IV Censo Nacional Agropecuario 2012: Investigaciones para la toma de decisiones en políticas públicas. Libro V. Lima, FAO. En línea: http://www.fao.org/3/a-i6759s.pdf (página consultada en septiembre 2018). [5] Bebida fermentada hecha a base del bagazo de la yuca, mandioca o casava. Normalmente las mujeres de las comunidades mastican el bagazo restante de la yuca para acelerar la fermentación que puede llegar a tener concentraciones de entre 6 a 8 grados de alcohol. [6] Referencia a la Consulta previa libre e informada (CPLI). La declaracion de las Naciones Unidas sobre las poblaciones indigenas dedica el derecho de consulta previa, libre e informadad a los pueblos indigenas.abc

Territorio, trabajo, participación y violencia: Impacto de las extractivas en la vida de las mujeres

La tendencia de los gobiernos de América Latina en la última década ha sido atraer inversiones hacia el sector extractivo, a la par que se debilitan o se crean legislaciones cada vez más laxas con el fin de facilitar actividades como minería o extracción de hidrocarburos. Esto ha repercutido en una mayor presencia de las actividades extractivas en la región, de tal forma que América Latina sigue siendo una región proveedora y exportadora de materias primas hacia otras economías globales. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), América Latina sigue albergando a los países con más desigualdad en el mundo, el modelo extractivista ha recrudecido la desigualdad en la región [2]. No se supo aprovechar el boom económico de la década pasada para crear las bases de un crecimiento inclusivo, sólido y sostenible. El crecimiento económico provocado por el extractivismo es insostenible y más bien genera exclusión, pobreza, desigualdad y discriminación [3]. La extracción intensiva de recursos no renovables, como minería y petróleo, impacta severamente no sólo en el medio ambiente; sino que afecta directamente los medios de vida de las comunidades que dependen de estos recursos naturales, deteriorando su calidad de vida, violentando sus derechos y generando pobreza. En esta re-primarización de sus economías han convergido tanto gobiernos neoliberales, como reformistas, post-neoliberales, o socialistas del siglo XXI. En estos últimos, el Estado juega un papel más activo en la captación de renta petrolera para invertir el excedente en programas sociales, justificando el extractivismo como “necesario” para lograr el desarrollo nacional [4]. De la mano del extractivismo, el sistema patriarcal sigue impactando la vida de las mujeres que en buena medida están siendo afectadas por dichos proyectos. En los países que son dependientes de industrias extractivas, las brechas de género se han intensificado [5]. Conforme las actividades extractivas ingresan a los territorios, la desigualdad social y sobre todo la violencia sistémica contra las mujeres son más agresivas, en contraposición con las oportunidades que estas puedan generar a favor de su desarrollo. Algunos impactos, como los que afectan la salud de las mujeres o el uso de su tiempo, se hacen cada vez más visibles y evidentes. Otros, sin embargo, siguen parcialmente invisibilizados, aunque repercutiendo el ejercicio de los derechos de las mujeres a la participación en una vida libre de violencia, a la titularidad de la tierra, privada o social, entre otros. Así, el desarrollo extractivista se perpetúa y se mantiene vivo, en buena medida, gracias a un modelo patriarcal que lo sostiene y refuerza. Conflictos socioambientales y violaciones de derechos humanos Es necesario señalar que a causa del extractivismo, también han surgido severos conflictos socioambientales en toda la región. Es un hecho que el número de conflictos relacionados con la protección de derechos sobre la tierra, el territorio y el medio ambiente sigue creciendo, cuenta de ello da la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), la cual reconoce la existencia de un patrón de discriminación y de diversas formas de violencia específicas hacia las mujeres indígenas, tribales y afrodescendientes en un contexto de actividades de extracción, explotación y desarrollo [6]. La CIDH en diversos informes destaca que la presencia de terceros ajenos a las comunidades, así como la presión que estos y las empresas ejercen sobre las tierras y recursos naturales. Vulneran la armonía entre los pueblos y sus medios de vida y pueden provocar una progresiva desintegración de las redes y tejidos sociales de las comunidades. Mujeres rurales frente al extractivismo: de la exclusión a la resistencia Las mujeres rurales en Latinoamérica se encuentran en constante pie de lucha: campesinas, indígenas, afrodescendientes, agricultoras, pescadoras, asalariadas o estudiantes, todas ellas, desde su diversidad, se encuentran resistiendo los impactos y afectaciones que las extractivas han generado en sus territorios. En el campo, existen actividades economícas sostenibles que permiten a las mujeres vivir saludablemente con la naturaleza y generar bienestar par sus familias y comunidades. Este bienestar se ve afectado por el impacto directo de las industrias extractivas en la calidad de la tierra, agua y aire e impacta su autonomía física, económica y política. Además de la precarización del trabajo en América Latina, la vida de las mujeres rurales está caracterizada por la sobrecarga debida a la división sexual del trabajo, que les atribuye el cuidado de hijos, ancianos y personas enfermas; la invisibilización del trabajo que realizan en el ámbito reproductivo, productivo y para el autoconsumo; el bajo acceso a los medios de producción: tierra, agua, semillas, insumos; la escasa participación política; la poca autonomía económica y de decisión, entre otros [7]. Entonces, no es extraño que empresas extractivistas y gobiernos usen frecuentemente promesas de empleo y desarrollo como parte de sus argumentos para lograr que las comunidades consientan la aplicación de proyectos extractivos en sus territorios. Tampoco es raro que el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible este más enfocado en “avivar” las economías que en los derechos humanos. [8]  Tampoco es de extrañar que el extractivismo sea parte de un proceso de mercantilización de la participación de las mujeres, que con un aparente interés por incorporar un enfoque de género en sus actividades impulsa procesos que tienen un impacto regresivo en los derechos de las mujeres. En efecto, robustecen estereotipos en la poca oferta laboral dirigida a mujeres, miran su participación de manera asistencialista, y no consideran su participación efectiva, excluyéndolas de procesos de toma de decisiones, entre otros. Represión en contra de las mujeres defensoras de los territorios y de los derechos humanos Las formas de represión contra las mujeres defensoras ocupan una gama diversa, llegando hasta la muerte, tal y como se rescata del informe 2018 de Global Witness. Esta organización contabilizó 207 asesinatos de defensoras de la tierra y del medio ambiente solo para el año 2017. América Latina es la región con mayor número de asesinatos, casi 60% de ese total [9]. La Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México (RNDDHM) en su informe 2017 registró 100 casos de defensoras agredidas en el periodo de 2012 a 2014, en relación con la defensa de la tierra, el territorio y los recursos naturales [10]. Además, identificó a los principales perpetradores de las agresiones, no sorprende que sea el Estado quien cometió el mayor número de agresiones. Según las cifras de la RNDDHM, 299 servidores públicos estuvieron involucrados en agresiones contra defensoras entre 2012 y 2014 [11]. Las defensoras identifican a las autoridades de los tres niveles de gobierno como sus principales agresores, entre los que destaca la policía. Un tipo de agresión perpetrada por los actores estatales consiste en la criminalización y judicialización de las defensoras. En su informe 2015, la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IMMDDH) identifica tres formas o patrones de criminalización que se activan para neutralizar la actividad de las defensoras: a) La calumnia y campañas de desprestigio; b) La estigmatización, segregación y el ostracismo y c) La judicialización [12]. Es importante visibilizar los casos de vulneración de derechos a defensoras en aras de fomentar esfuerzos de prevención, no únicamente de tomar acciones cuando un conflicto haya estallado. Es preciso ejercer un continuo monitoreo e incidencia en las políticas públicas y con actores privados respecto a acciones que puedan impactar mujeres indígenas y sus territorios. Mujeres organizándose desde sus comunidades: algunos casos Una de las actividades que realizó el Grupo de Género y Extractivas fue el Webinario “Mujeres frente al extractivismo: experiencias latinoamericanas”, realizado en marzo del 2018, en el marco del Día Internacional de la Mujer. En este, se compartieron importantes testimonios de mujeres defensoras del territorio de México, Centroamérica y Perú, identificándose las estrategias y formas de organización que las mujeres están construyendo. Desde México, la organización Tlalyaocihuah, A.C. describió el conflicto al interior de la comunidad Naranjillo, cuya población mayoritariamente es femenina, dada la elevada migración masculina a los Estados Unidos. En esta comunidad son las mujeres quienes tienen que resolver día a día las labores de cuidado y de sustento de sus familias, a la par que se organizan para resistir a la actividad minera. Pese a ello, la titularidad de la tierra está mayoritariamente en manos de los hombres. En Perú, Delfina Tawan Catip, mujer Awajun, dirigente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, compartió las valiosas experiencias de las mujeres que desde sus territorios resisten y luchan contra los proyectos extractivos. En este caso, son las mujeres indígenas quienes cumplen un rol muy importante en la lucha anti-extractivista y en la defensa de territorios y derechos. Aunque las empresas se esfuerzan en masculinizar la interlocución con los pueblos indígenas, ellas se están organizando para que su participación sea efectiva y no invisibilizada. Del mismo modo, Claudia Castro, integrante de la Red Centroamericana de Mujeres Rurales, Indígenas y Campesinas (RECMURIC), destacó la diferencia entre la realidad práctica y jurídica: las mujeres cultivan una tierra que no les pertenece y, además, no son elegilible para crédito. En su país, El Salvador, una mujer sin tierra está subordinada al hombre, por ello es necesario ampliar el acceso de las mujeres a la tierra y a otros modelos de producción. Como ellas, hay muchas experiencias donde la resistencia de las mujeres rurales parte desde la organización en sus comunidades, haciendo frente al extractivismo: realizando actividades de movilización y confrontación como marchas, protestas, bloqueos de accesos a minas, pozos petroleros, presas, centrales o caminos. Esto hace que ellas asuman otro reto: el ejercicio de un liderazgo político, haciendo incidencia, asumiendo los riesgos de ser criminalizadas o incluso asesinadas. En ese sentido, es importante y necesario prestar atención a los procesos que amenazan los territorios, detectarlos, denunciarlos y organizarse para hacerles frente. Asimismo, es importante que, como estrategia de acompañamiento a las mujeres en sus resistencias, grupos como el Grupo Regional de Género y Extractivas hagan visible la feminización de la lucha contra el extractivismo en la región, poniendo siempre a las mujeres al centro y como protagonistas de sus procesos de lucha.   Fotografía de DAR.  
Notas  [1] Concretan este artículo, Beatriz Olivera (Fundar Centro de Análisis e Investigación), Hilda Salazar (Mujer y Medio Ambiente), Rocío Ávila (Experta), Dolores Rojas (Böll México), Cristina García (Centro Mexicano de Derecho Ambiental) y Mayra Dongo (Derecho, Ambiente y Recursos Naturales). [2] Comisión Económica para América Latina y el Caribe/ CEPAL (2016). “Hacia una nueva gobernanza de los Recursos Naturales para América Latina y el Caribe.” Disponible en: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/40157/1/S1600308_es.pdf (revisado en septiembre de 2018). [3] Gudynas, Eduardo. (2015). Extractivismos. Ecología, economía y política de un modo de entender el desarrollo y la Naturaleza. Bolivia: Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), 453 p. [4] Ibid. [5] Hailu, Degol. (2015). “La brecha de género en países dependientes de industrias extractivas.” Disponible en: http://www.undp.org/content/undp/es/home/blog/2015/7/28/The-gender-gap-in-extractive-dependent-countries.html (página consultada en septiembre de 2018). [6] Comision Interamericana de Derechos Humanos / CIDH (2015). Pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y recursos naturales: protección de derechos humanos en el contexto de actividades de extracción, explotación y desarrollo, en ligne: http://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/IndustriasExtractivas2016.pdf [7] Esto se expresa, por ejemplo, en los pocos mecanismos que permiten el acceso de las mujeres rurales a la tierra, como la herencia y la cesión gratuita. Los porcentajes de mujeres propietarias varían de país a país, pero quedan relativamente bajos, por ejemplo: en Perú (12.7%), Honduras (14.4%), México (32%), Nicaragua (19.9%), entre otros. Fuente : Nobre, M. y Hora, Karla (2017). Organizacion de las Naciones Unidas para la Alimentacion y la Agricultura (2017). “Atlas de las mujeres rurales de América Latina y El Caribe: Al tiempo de la vida y los hechos.” Disponible en http://www.fao.org/3/a-i7916s.pdf (página consultada en septiembre de 2018). [8] Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Sustainable Development Goals, SDGs) refieren a los 17 objetivos adoptados por los países miembros de las Naciones Unidas en la Agenda 2030 (ndlr). Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Objetivos_de_Desarrollo_Sostenible [9] Global Witness (2018). “¿A qué precio? Negocios irresponsables y el asesinato de personas defensoras de la tierra y del medio ambiente en 2017.” Disponible en:  https://www.globalwitness.org/en/campaigns/environmental-activists/a-qu%C3%A9-precio/  (página consultada en septiembre de 2018). [10] Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México / RNDDHM (2017). “Informe: Agresiones contra defensoras de derechos humanos en México. Diagnóstico nacional.” Disponible en: http://im-defensoras.org/wp-content/uploads/2017/03/INFORME_interactivo.pdf (página consultada en mayo de 2018) [11] Idem. (Estos datos tratan de agresiones en contra de mujeres defensoras de DDHH, no solo de mujeres defensoras del territorio, ndlr). [12] Iniciative Mesoamericana  de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (2015), “Agresiones contra Defensoras de Derechos Humanos en Mesoamerica, Informe 2012-2014”. Disponible en: http://im-defensoras.org/wp-content/uploads/2016/04/283951300-Informe-2012-2014-de-Agresiones-contra-Defensoras-de-DDHH-en-Mesoamerica.pdf (página consultada en noviembre de 2018) (Estos datos tratan de agresiones en contra de mujeres defensoras de DDHH, no solo de mujeres defensoras del territorio, ndlr).   Foto 1 (crédito: DAR) Foto 2 Comunidad Dos de Mayo. (crédito: DAR) Foto 4 (Créditos: Fede Blanco) Foto 5: Cultivando la tierra en Pozolapan, Veracruz. (Crédito: Beatriz Olivera) Foto 6: Niñas Awajum. (Crédito: Fede Blanco) Foto 7: Claudia Castro de RECMURIC, El Naranjillom (Crédito: BeatrizOlivera)  abc

Apolat Talpan Tajpiani y su mandato de lucha permanente por la vida

Un viaje por la Defensa de la Vida y el Territorio en la Sierra Nororiental de Puebla Amaneciendo el día 22 de octubre del año 2017, salimos desde las 11 diferentes comunidades indígenas y mestizas de la cuenca del Apulco (Apolat) que integran la organización Apolat Talpan Tajpiani [1] para llegar al punto de reunión. Juntos recorrimos la carretera inter-serrana sin que nos importara su mal estado a causa de las lluvias. Ese día había sol,  y cumpliendo con el acuerdo de la Asamblea, llevamos su palabra a nuestros hermanos reunidos hoy en San Felipe Tepatlan, a las orillas del río Ajajalpan. Allí se  celebraba la 22a Asamblea por la Defensa de la Vida y el Territorio de los pueblos maseual (nahuat), totonaco y mestizo. Como es costumbre en la Sierra Nororiental de Puebla, nos recibieron en su casa, con un cafecito caliente y pan. Poco a poco fueron llegando personas de todos los rumbos de la sierra que se fueron concentrando a la entrada del pueblo para la marcha. Una vez en el Auditorio, según la espiritualidad de estas tierras, dos mujeres que son pilares de esta Lucha por la Vida, iniciaron la actividad con la oración a los cuatro puntos cardinales a la que se unieron los integrantes del Consejo de Ancianos, seguido por la Danza de los Voladores. Luego, los Apolat presentan su lucha de defensa de casi 6 años contra los proyectos de presas hidroeléctricas. Es importante transmitir nuestra experiencia, para difundirla y comunicar, sobre todo para que los hermanos y hermanas totonacxs del Ajajalpan sepan que cuentan con nuestro apoyo, y con el apoyo de los diferentes pueblos de la sierra y del estado vecino de Veracruz. Ellos ya no son más “los de allá”, en esto estamos todxs juntxs, esta es una sola lucha por la vida. Ya hace varios años que los ríos caudalosos de la Sierra Nororiental de Puebla suscitan el interés de empresas hidroeléctricas y del Estado mexicano; la Ley de Reforma Energética busca incluir al sector privado en una transición a la “era post-petróleo”. Planean instalar diez hidroeléctricas de nueva generación [2] y este interés coincide con los proyectos de minería a cielo abierto cuyo funcionamiento necesita mucha energía. Por esta razón, organizaciones nahuas, totonacas y mestizas de la región vieron en el 2012 la necesidad de coordinar sus fuerzas a nivel regional, y así nació el Consejo Tiyat Tlali, (“Tierra” en los dos idiomas indígenas). Una dimensión internacional; las empresas canadienses El 12 de octubre de 2017, mientras que el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, visitaba México, en la ciudad de Montreal (Quebec, Canadá) se iniciaba el coloquio internacional de “Luchas Indígenas por el Territorio: América latina y Quebec”. Este evento congregó a representantes de varios pueblos indígenas de las Américas, desde Chile hasta Quebec, para exponer las amenazas y destrozos que sufren sus territorios a causa de proyectos extractivistas, muchos de ellos canadienses. La invitación para participar en este coloquio nos había llegado en mayo y nosotros, los Apolat Talpan Tajpiani, acordamos  participar con otrxs compañerxs de la Sierra. El mensaje que llevaba la compañera quien nos representaba era: “No puede haber dialogo sobre la mina porque la vida no se puede negociar”. La empresa canadiense llamada Almaden Minerals empresa posee el 72% del total de las concesiones de la Sierra Nororiental de Puebla. Este coloquio fue un espacio para hermanarse, aprender y compartir sobre las luchas de otros pueblos de Latinoamérica y de pueblos originarios de Canadá que sufren los mismos embates [3]. La segunda batalla del Apulco El caudaloso rio Apulco corre en territorio Nahua, en una zona intermedia entre la sierra alta y baja. En 1862, este territorio fue el escenario de una importante victoria de los indígenas de la Sierra contra las fuerzas de Intervención Francesa. En 2012, llegó a Cuauhximaloyan (Municipio de Xochiapulco), la empresa OLCLE anunciando su intención de construir una presa hidroeléctrica. En 2013, la empresa Gaya anunció su proyecto en el pueblo de San Juan Tahitic (Municipio de Zacapoaxtla). En noviembre de 2014, la empresa ICA (Ingenieros Civiles y Asociados) presentó una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), para un proyecto de mayor envergadura en el Apulco : cuatro represas, que afectarían un total de 26,5 km del cauce y por ende, de la cuenca. La movilización en el alto Apulco se manifestó primero a nivel comunitario.  Lxs habitantes de San Juan Tahitic tienen la reputación de ser muy combativxs [4], y en cuanto supieron del proyecto de Gaya, dijeron no. Al arribo de los ingenieros encargados del proyecto, les bloquearon el camino, exigiendoles que respetaran su decisión y levantaron un acta en ese sitio. Acta que después llevaron al cabildo, pidiendo al presidente municipal y del ayuntamiento que se respetara la decisión del pueblo de San Juan Tahitic. Gaya paró – hasta ahora – las obras. En Cuauhximaloyan, la población ya había sido informada, por la gente de pueblos vecinos que se enfrentaba con proyectos de minería a cielo abierto. Cuando regreso la empresa a informar de las “bondades” de su proyecto, la respuesta de la comunidad y de sus autoridades fue un rechazo tajante. Frente a cuatro proyectos hidroeléctricos de ICA, los pobladores de Talcozaman se movilizaron, teniendo ya experiencia de lucha contra una concesión minera en su cabecera municipal (Tetela de Ocampo) y apoyados por Tiyat Tlali y la Pastoral Social. Se realizaron asambleas donde acudieron pobladores de comunidades cercanas al río. Allí, se redactó un acta que mandaron a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) criticando fuertemente los estudios sobre los impactos al medio ambiente presentados por ICA y logrando que este fuese rechazado. ICA reaccionó presentando un proyecto “mejorado”, donde reconocía la envergadura del conjunto interrelacionado entre las cuatro represas y en el que suprimía la línea de alta tensión a Cuetzalan y la remplazaba por otra hacia Zacapoaxtla. Las comunidades respondieron en noviembre 2015 con una asamblea. En ella decidieron: que la lucha por la vida y el territorio debe ser permanente; que las comunidades desde sus asambleas comunitarias nombraran Comités de Defensa del Territorio; que llevarían el mensaje a comunidades que aún no sido informadas para que sean ellas las que decidan sobre sus territorios. Surgen así las asambleas del Apulco, que más adelante serían los “comités de defensa” actualmente llamados Apolat Talpan Tajpiani. Nuevamente se redactó un documento de análisis de la nueva MIA sobre el proyecto de las cuatro represas, impulsado desde las comunidades del municipio de Cuetzalan, de la cuenca del bajo Apulco.  Años atrás, ellas formaron el Comité de Ordenamiento Territorial Integral de Cuetzalan, que prohíbe los megaproyectos mineros e hidroeléctricos en ese municipio. En septiembre de 2016, tuvimos una primera victoria: la SEMARNAT rechazó la MIA por no tomar en cuenta el medio ambiente del valle del Apulco. En la asamblea que tuvo lugar en abril de 2016, pobladores de la cabecera de Xochiapulco llegaron, advertidos por sus vecinxs de Cuauhximaloyan, a pedir apoyo porque una empresa contratada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) estaba instalando una nueva red de energía eléctrica hacia su pueblo. Según la opinión de varios ingenieros consultados, las características de esta obra no incluían el suministro local. Las dos asambleas siguientes fueron en Xochiapulco y en ellas se dio a conocer el hecho de que su territorio estaba concesionado para la minería, además de las hidroeléctricas. Xochiapulco se unió entonces al movimiento, como las otras comunidades afectadas de la cuenca del Apulco, del Ateno y del Zempoala [5]. La siguiente etapa consistió en pasar de una oposición de nivel comunitario a  una oposición de nivel municipal. Así es como las autoridades de Zacapoaxtla y Xochiapulco, en cabildo abierto, declararon sus municipios “libres de megaproyectos”. Llama la atención el caso de Xochiapulco, donde el presidente, en su declaración del 30 de abril 2016, recordó el papel central que tuvieron lxs indígenas del lugar en la victoria sobre los invasores franceses, en los años 1860: declaró “¡Recuperamos el protagonismo histórico!” Características de la lucha por los ríos y el territorio en la Cuenca del Apulco La lucha por la defensa en el Alto Apulco ha tenido hasta ahora un carácter menos masivo que la que se desarrolla en la Sierra baja. Una de las razones es que la población del Alto Apulco (más heterogénea culturalmente que la población de los territorios Nahua y Totonaco), se define como mestiza, y parece más sensible al discurso del “progreso” que transmiten los medios de masa y el gobierno. Además, en los siglos XIX y XX, algunas comunidades participaron en luchas agrarias que dejaron la zona dividida. Más recientemente, durante los años 1970-1980, una experiencia de movilización fue desalentadora para las comunidades locales: la Unión Campesina Independiente (UCI) y la Antorcha Campesina (AC) dos grupos con discursos radicales y que no rechazaban prácticas violentas, se libraron una lucha acérrima. El resultado produjo la eliminación de la UCI y la AC quedó, desde entonces, en el poder en el municipio de Huitzilan de Serdán. Los municipios vecinos, desmovilizados, regresaron a los partidos tradicionales. Es por eso que el trabajo de concientización y organización tuvo que empezar casi desde cero, siendo decisivo el apoyo de organizaciones regionales como Tiyat Tlali. Acciones por la defensa de la vida. Una mirada al territorio. Las acciones incluyen tanto una amplia gama de trámites administrativos y/o legales, como presiones políticas o acciones directas. Cada región tiene sus características específicas y su historia propia. La sierra alta, zona de agricultura de subsistencia y de fuerte emigración, sufrió el primer embate del extractivismo, bajo la forma del capital minero transnacional y mexicano. La respuesta se dio a nivel local, utilizando tanto la protesta legal y jurídica (Tetela contra la minera mexicana Frisco, el ejido Tecoltemic contra la canadiense Almaden Minerals) como la acción directa (la expulsión de JDC Minerales – china - de Zautla). Este tipo de lucha fue suficiente - hasta ahora - para parar la ofensiva: el único proyecto minero que sigue operando, aunque parado en su fase exploratoria, es el de Almaden Minerals en Santa María Zotolan, municipio de Ixtacamaxtitlán. En cuanto a presiones políticas, la puesta en marcha de un proyecto exige, según la ley, que el presidente municipal firme autorizando el cambio de uso de suelo. En seis municipios [6], las presiones a la autoridad fueron suficientes para que se declararan “municipios libres de megaproyectos”. En otros, como Olintla, las autoridades apoyaban la construcción de la presa, lxs opositorxs esperaron las elecciones apoyando al candidato que no permitiría los megaproyectos. Sin embargo, los presidentes municipales hacen frente a muchas presiones, tanto políticas como económicas, y pueden cambiar de idea. Así, el presidente municipal de San Felipe Tepatlán, quien, en 2015 había rechazado por escrito la presa de Comexhidro-Deselec, decidió, el 10 de octubre de 2016, firmar el permiso de cambio de uso del suelo. En respuesta, el 23 de octubre, para dejar bien claro que la lucha sigue, la organización Totonaca Makxtum Kgalhaw Chuchutsipi, realizó un encuentro para “festejar la vida defendiendo nuestros ríos”. Un año después, el 20 de octubre de 2017, realizaban de nuevo la Asamblea en Defensa de la Vida y del Territorio en San Felipe Tepatlán. Una acción directa, como la anterior, puede apoyar los trámites legales cuando se ven paralizados o aumentar las presiones políticas cuando estas son insuficientes. En diciembre de 2012, compañerxs de toda la región fueron a apoyar el plantón realizado por los indígenas del pueblo Ignacio Zaragoza contra la represa de Grupo México. A pesar de la represión inmediata, esta acción, por su impacto en los medios, contribuyó a que la empresa abandonara el proyecto unos meses después. Con el mismo objetivo, lxs Cuezaltecos acamparon durante diez meses en frente del futuro sitio de la sub-estación eléctrica de Cuetzalan, cuando las autoridades municipales habían aceptado la construcción de una línea de alta tensión en el municipio. Nosotros, los comités de defensa del Apulco, vinimos a solidarizarnos llevándoles despensas y haciendo una oración en el lugar. Hasta ahora la estrategia adoptada por las comunidades, indígenas y mestizas ¡ha funcionado!: en el Apulco como en toda la Sierra, los megaproyectos están suspendidos. Frisco interrumpió sus exploraciones mineras en Tetela y Minera Autlán las suyas en Cuetzalan y Tlatlauquitepec. Grupo México abandonó su proyecto hidroeléctrico en Olintla y a Gaya se le suspendió el suyo en San Juan Tahitic. ICA en la cuenca del Apulco y GESA en la cuenca del Zempoala han visto  rechazados sus proyectos por SEMARNAT. En Cuetzalan, en septiembre de 2017, las autoridades municipales indicaron por escrito al Consejo Maseual Altepe Tajpianij que no renovarían el permiso de construcción de la subestación eléctrica. Sin embargo, no todas las compañías abandonan. Almaden Minerals, a pesar del movimiento de oposición en el municipio de Ixtacamaxtitlán y del amparo logrado por el ejido Tecoltemic, no solamente  continua sus barrenos de exploración, sino que contrató un importante gabinete de abogadxs para sustraerse de su obligación de aceptar una consulta previa con la comunidad y de pagar los impuestos previstos (7,5%). Frente a la intención manifestada por la empresa de extender sus operaciones al pueblo vecino de Loma Larga, la comunidad se movilizó para impedir el paso de la maquinaria. Como la explotación a cielo abierto del “Ixtaca site” contaminaría a toda la cuenca del Apulco, los Apolat Talpan Tajpiani acordaron dar todo su apoyo a los habitantes de Ixtacamaxtitlán. La patronal suelta su ira contra estos inconformes que “impiden la inversión y el desarrollo” [7]. Los proyectos de vida ¿Dónde se arraiga la capacidad organizativa de los pueblos de la Sierra Nororiental para realizar marchas, plantones, asambleas? La respuesta llega cuando se examina la celebración de las fiestas patronales: la selección de los mayordomos (responsables), la reciprocidad entre familias y la colaboración con las autoridades locales. Todo esto logra movilizar los talentos y recursos que se requieren para fabricar las monumentales ceras, traer el Palo del Volador, ejecutar las danzas rituales (trajes, música, ensayos), proveer comida y bebida para todos los participantes. Si bien la agricultura suscita la cooperación entre varios hogares (mano vuelta), si el compadrazgo teje una red densa de relaciones de respeto mutuo, la fiesta es la ocasión de la cooperación a gran escala. Y en ésta se vuelve a consolidar, año tras año, la identidad colectiva. Así, de forma similar, cada Asamblea por la Defensa de la Vida y el Territorio tiene uno de los pueblos participantes como el anfitrión de los demás. La unión entre los pueblos, comunidades o regiones rebasa los límites parroquiales, municipales e incluso estatales. Actualmente otras relaciones regionales y globales resultantes de nuevas prácticas económicas y políticas (cooperativismo, comités, asambleas) emergen en la Sierra. De hecho, se observa como la cosmovisión y los valores indígenas y campesinos fundamentales no son anulados por la penetración de la modernidad (educación, comunicaciones) sino que pueden servir de base a una modernidad apropiada por la mayoría. Las asambleas de los Apolat Talpan Tajpiani son un espacio donde también se crece. En conocimientos (se estudia un tema en cada reunión), en autonomía y autodeterminación (se dialoga y se toman acuerdos), en espiritualidad (se reconoce la vida en todo) y en convivencia con otros. Todo esto no se ve como un logro más, sino que es fundamental en la lucha por la vida y el territorio, los proyectos de vida que son la vida misma.   Foto : Lxs representantes de las comunidades hablan de la situación y de la estrategia a seguir. Fotografía de Miriam Bautista Gutiérrez. 
Notas [1] Apolat Talpan Tajpiani significa “lxs guardianxs de las tierras de Apolat”. [2] Se entuba el agua del río por varios kilómetros antes de activar la turbina en una casa de máquinas. Las consecuencias más directas son : inundación arriba de la represa y abajo, el río desaparece durante kilómetros. [3] El coloquio fue filmado por Stephen Schnoor, de McGill University, Montreal, y se puede consultar integralmente en http://cicada.world/events/colloquium-2017 [4] En los pueblos vecinos, se dice – en broma : “Si vas a Tahitic, siempre lleva tu morral. De regreso, podrá servir para poner tu cabeza!” [5] Tecuicuilco, de Tetela de Ocampo ; Atzalan, de Xochiapulco ; Xilita, Xalacapan y Las Lomas (con concesión minera) de Zacapoaxtla ; Huahuaxtla y Apulco de Xochitlán y Cuautapehual de Nauzontla. Las comunidades de Xilita y Cuautapehual tambien son afectadas por el proyecto hidroelectrico San Antonio que  la empresa Generación Eléctrica San Antonio (GESA) pretende construir en los ríos Ateno y Zempoala, en los municipios de Xochitlán, Zoquiapan, Atlequizayan, Nauzontla y Zapotitlan. Por lo cual se celebraron asambleas de los Apolat Talpan Tajpiani en Zoquiapan, donde participaron tambien pobladores de Xochitlán. [6] Cuetzalan, Zoquiapan, Xochiapulco, Tuzamapan, Zacapoaxtla y Ayotoxco. [7] En una entrevista al periódico Reforma, Jacobo Meckler, presidente de Amexhidro, (Asociación Mexicana de Empresas Hidroeléctricas) se quejaba amargamente : “Hay proyectos detenidos, cuatro hidroeléctricos en Puebla y Veracruz, 240 megawatios”. Su colega Adrián Escofet, presidente de la Asociación Mexicana de Energía Eólica, va más lejos, acusando a “grupos ajenos” de causar los conflictos.  abc

Ser mujer Apolat Talpan Tajpiani. Mujeres indigenas, mestizas. Mujeres comunitarias.

Te mando un texto. Va con mi corazón y mi pensamiento. Tratando de hacer que un poco de todas nosotras llegue por allá. Pero sobre todo, va para dar a conocer a las mujeres de aquellos territorios, que para ser mujer defensora del territorio no es necesario dejar de ser mujer. No estamos dejando atrás o a un lado, lo que somos, lo que hacemos, lo que queremos hacer o lo que hemos hecho. Estamos aprendiendo conceptos especificos sobre estos temas de defensa. Estamos revalorando la comunidad, la solidaridad, la comunicación, la confianza en la otra y en el otro, la responsabilidad, la gratitud, la espiritualidad. Y vimos y  nos enseñaron. Que todos estos valores y formas de vida estan en las culturas originarias. Las que de por sí vivimos, a veces inconsientemente. A veces tambien dejamos de vivirlas. Y entonces las retomamos, las revaloramos y las vivimos Que vamos viviendo caminando, resguardadas por nuestras abuelas, acompañadas por nuestras madres y hermanas, ademas de guiadas por nuestras niñas. Porque en gran parte lo que hacemos es para las que vienen, que ya tambien van caminando. *** Si, andamos por la defensa de la vida, es nuestra naturaleza. Como madres, vocacion que vive en nuestro corazon, mision por eleccion. Como esposas. Las que celebramos y cumplimos la palabra, la palabra de cuidar la vida, protejerla de la muerte, de esos proyectos de muerte que solo se combaten y se vencen celebrando la vida misma. Profesionales, intelectuales, campesinas, joven, niña, abuela, mujeres de comunidad… Cada quien desde su labor, no mas importante una que la otra, la una completando la otra… Las que caminan, las que cocinan, las que oran, las que enseñan, las que sufren, las que son felices. Doña Margarita corriendo fuertemente a los ingenieros de San Juan Tahitic, que fuerza de mujer, que inteligencia. En Xalacapan con la mujer que nos convida el itacate [2] sabiendo que eso nos dara fuerzas, y su joven que nos alegra el alma por su interes y ya labor en la asamblea, servir para aprender y aprender sirviendo. En Xochiapulco: la señora Goria cumpliendo su papel de autoridad, y la maestra habriendo las puertas de su hogar, anfitriona inigualable, que sabe de la importancia de que la vida se defienda valorando nuestras comida y bebidas mas sagradas. “Las mujeres” de Cuauximaloyan, su astucia inigualable, y por supuesto Doña Evencia, la juez de paz, autoridad de la comunidad. Mujer lidereando porque asi es ella, empoderada por servicio a su pueblo que asi se lo ha pedido, ella sabe obedecer, defiende lo que le han encomendado. Talcozaman : con sus mujeres de gran sagacidad, que saben escuchar, saben que esto no puede esperar porque la vida, si no se cuida, se muere, o puede enfermar de gravedad y quedar asi debilitada. Que el viento pide ayuda, y que el territorio no puede ser exiliado en su propia tierra por compradores que en todo ven mercancia o por significar poder para otros. Huahuaxtla y Cuautapehual : ahí mujeres cooperativistas, emprendedoras, trabajadoras, ‘luchonas’ decimos aquí. Las Lomas : me pregunto yo al ver a la señora (mama del maestro), ¿acaso esta mujer ha generado que hoy estemos aquí defendiendo la vida? Y tengo la respuesta inmediata, ella le enseño, ¡por supuesto! Tecuicuilco : es el amor a una tierra que abraza, la decisión de una mujer que es ejemplo para nosotras todas, que sabe abrazar mas alla de su familia o sus situaciones, de esas situaciones que casi uno se muere con ellas. Reyna y su gran corazon fuerte como las piedras del Apolat, que saben dejar fluir el agua de la vida pero estan firmes custodiando su cauce. Nuestros padres, hermanos, amigos, compañeros, hijos, ahijados, sobrinos, compadres. Ellos son uno con nosotras, a nuestro territorio le faltaria un pedacito y a nuestro corazon el latido si dejo de mencionarlos. Si nosotras somos, es con ellos. Si ellos son es con nosotras. Nosotras somos estas y otras más, muchisimas más que mi texto, tan limitado a estos codigos escritos, no abarca a mencionar, no les hace justicia. Esas muchas que sostienen, construyen y son en sí la razon de nuestros hogares, que construyen a su vez nuestro gran hogar comun, nuestro territorio, sin el cual no existirian las mujeres Apolat Talpan Tajpiani.
Notas [1] Apolat Talpan Tajpiani significa «lxs guardianxs de las tierras de Apolat». Es el nombre de una organización que junta diferentes comunidades indígenas y mestizas de la cuenca del rio Apulco (Apolat) en la Sierra Norte de Puebla, en México (ver el artículo de la misma autora co-escrito con Pierre Beaucage en este mismo número). [2] Provisión de comida que se lleva o se ofrece para un viaje. La palabra proviene du náhuatl “ihtacatl”.  abc

Yo soy tu, en otra vida

En este largo sendero que me ve caminar bajo el efímero sol que me arranca las cenizas, sutilmente, de mis pasos

Narrar lo que pasó. Nunca es suficiente, el bien entre los bienes

Yo soy tu, en otra vida puede ser, sin la tradición occidental solo los vestigios de un futuro fatal Rojo, Azul, Amarillo, Negro y el Infinito.

¡Una plegaria! ¿Quién estará de pie? ¿Los cuerpos iluminados de sombras? ¿Qué dirán ellos? ¿Un Sueño? ¿Mitos? ¿Los abismos? ¿Una casa en ruinas? ¿Un banquete de migajas?

¿El derecho? ¿Dónde está? Aya! En el suelo El final no es para siempre.

Caminamos, rostro desvanecido, en este camino que termina muy lejos.

No tengan miedo, no desvíen la mirada, cuando haya terminado de quitarme la máscara.

En el vacío, mi voz hace eco. La nada envuelve, le escucho le siento.

El silencio se queda, cierra las puertas, ríe de las muertas, como un lobo macabro.

¿Y mi rostro? Nunca le vi.


Nota del autor: 

En este texto, alzo la voz contra el machismo, contra las desapariciones, los feminicidios, los secuestros y los homicidios en América Latina. Hablo de las mujeres y de sus peregrinaciones diarias por carreteras polvorientas y llenas de basura hasta sus lugares de trabajo o estudio, y de sus devastadoras desapariciones. También hablo de cómo el CDHAL levanta la voz y actúa para que estos crímenes no queden impunes, en una sociedad a la que no le gusta mirar su propia barbarie, su propia cara.

abc

Canción de Rebeldía

¡Negrita, ven acá! ¿Negrita yo? ¡No! dime Negra ¿Por qué degradas mi color?

herencia enmudecida oscura genética olvidada tubos de ensayo tan blancos como el lodo piel impregnada de despojos

¡Morena, ven acá! ¿morena yo? ¡No! dime negra ¿Acaso no notas mi color?

Morena es la canela yo Negra como la pimienta sazón de lucha y tambora pigmento de resistencia a la palidez de la belleza

¡Mulata, ven acá! ¿Mulata yo? ¡No! dime Negra ¿Es que no ves el fondo de mi color?

Negra como la leyenda ignorada violada en el mohoso puerto del destierro abusada al son de quienes comercian la humanidad y en mis ojos de tormenta se patrificaba la insurrecta

memoria negra África migrante

cultura desplomada música ignorada lucha en picada ¡Chombita [1], ven acá! ¿Chombita yo? ¡No! Ni chombita, ni negrita, ni morena, ni mulata A mi dime Negra.
Nota [1] En Panamá, una mujer de ascendencia afroantillana.    abc

Ají Chombito

A las matronas de la Revolución Kuna [2] (1925)   Me despojaste historia ¿dónde naufragan mis vestidos? ¿por qué opacaste el brillo de mis argollas? saqueaste el oro de mis narices arrancaste mi pechera escupiste mi país Dule. Uwargandup huracán de fuego familia en desbandada gotas de sangre que se dispersan en un ADN que ya no es igual la estampida colonial interrumpió trizó la alegría mi fiesta de la pubertad. Yo antorcha del veinte creyendo en colonialismos acto de buena fe tejedora de historias vendiendo a la Patria mis hijos policías coloniales pordioseros de educación arrancaron mi corazón como la sica [3] bebieron mi sangre del río azúcar me asumí saqueada. ¿Por qué? historia sabiéndome vigilante de tu gloria me robaste el sueño ¿acaso castigas mi irreverencia? y cuando no bailé me violaste colono de mierda naciste mujer revolución ají chombito camino rebelde machete alzado peligra mi caucho siernen mi arena desde entonces tocó hilar la cultura con retazos de colores. Mi trabajo resistir resistir resistir.  
Notas  [1] Pimiento picante típico de Panamá [2] El 20 de abril de 1921, las autoridades coloniales de Narganá y Corazón de Jesús obligan a todas las mujeres indígenas a quitarse su ropa y accesorios tradicionales. Todas excepto una, quien huye a su pueblo natal de Urwagandup (Río Azúcar). En represalia, miembros de su familia fueron hechos prisioneros y se envió a la policía colonial e indígena a buscarla. Cuando las autoridades de Río Azúcar se negaron a entregar al fugitivo, se desató una batalla, con muertes en ambos bandos. El clima de hostilidad continuó hasta 1925, cuando los kunas se rebelaron contra las autoridades panameñas y proclamaron la independencia de la República Dule. El 4 de marzo de 1925, los insurgentes firmaron un acuerdo de paz con el gobierno que garantizaba el respeto de las costumbres indígenas y su igualdad ante la ley con los demás ciudadanos de Panamá [3] Tipo de arena de Kuna Yala que fue cotizada para obras por los colonizadores.abc

Mujeres indígenas liderando la defensa de los derechos humanos frente a los abusos de los mega-proyectos en América Latina

El 3 de marzo de 2016, Honduras y varios otros lugares del mundo se estremecieron con la noticia del asesinato de la lideresa indígena Lenca y defensora de los derechos humanos Berta Cáceres, cofundadora y coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Tan lamentable hecho hizo visible la importancia de sus acciones en la defensa de los derechos humanos, así como las serias vulnerabilidades, precariedades y violencias que ella tuvo que enfrentar. En los últimos años, la situación de las personas que defienden los derechos humanos en el continente americano se ha venido deteriorando, con una incidencia particularmente alta en el caso de quienes defienden los derechos humanos frente a los abusos de los megaproyectos. Muchas de esas personas son mujeres, principalmente indígenas, afro descendientes y campesinas. La seriedad de la situación que enfrentan las defensoras indígenas exige que haya un cambio; y en  éste sentido es importante ofrecerles mejor apoyo, colaboración y protección. Pero para ello es indispensable entender mejor su experiencia y liderazgo en la defensa de los derechos humanos frente a los abusos de los mega-proyectos. Este texto expone algunas breves consideraciones, y para ello se estructura en tres partes. La primera parte presenta el contexto general de las personas defensoras de derechos humanos en la región y las violencias que ellas enfrentan; la segunda ofrece algunos puntos a tener en cuenta sobre las experiencias de liderazgo de las defensoras indígenas en un contexto de relaciones de poder desbalanceadas y desfavorables y, la tercera, cierra con algunas ideas en forma de conclusión. Antes de empezar, es importante aclarar que las defensoras y los defensores de derechos humanos (DDH) son personas que, individual o colectivamente, toman acción para detener violaciones de derechos humanos, o para promover el disfrute efectivo de estos derechos. Las y los DDH se definen por lo que hacen, no por otras calidades (por ejemplo, si reciben pago o si pertenecen a una organización). Del artículo 1 del Declaración de DDH adoptada hace 20 años por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se desprende claramente que este es un derecho de toda persona [1]. Siendo un derecho como tal, hay obligaciones específicas para los Estados y responsabilidades para los actores no estatales, incluidas las empresas. Contexto general: una situación apremiante Según información del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, tres de cada cuatro asesinatos de defensores de derechos humanos contabilizado en el mundo en 2016 ocurren en las Américas [2]. En 2017, se registraron 312 asesinatos de DDHs en el mundo y el 67% de ellos fue de DDHs en el contexto de megaproyectos, varias de ellas indígenas y/o mujeres [3]. En 2016, de los 200 asesinatos de personas defensoras del territorio y los bienes naturales, 60% ocurrieron en América Latina, 40% fueron indígenas y 10% mujeres [4]. En años anteriores las cifras fueron un poco menores, pero igualmente alarmantes. Lamentablemente, los asesinatos son sólo una de las muchas modalidades de ataques contra DDHs. También han sufrido amenazas, violencia sexual, criminalización, difamación, destrucción de cultivos, etc. Entre 2015 y 2017, se registraron más de 1,000 casos de ataques contra quienes defienden los derechos humanos de los abusos cometidos por las empresas: 66% ocurrieron en América Latina, 58% fueron contra indígenas, el 39% fueron en el sector minero, el 19% en el sector de las energías renovables y el 18% en el de la agroindustria. Los ataques más frecuentes fueron asesinatos (28%), criminalización (28%) y amenazas de muerte (25%) [5]. Cuando la persona defensora es mujer y/o indígena, las agresiones son acentuadas en razón de ello. Berta Cáceres, por ejemplo, fue continuamente intimidada, fue criminalizada y fue amenazada de muerte y violación. En las últimas semanas antes de su asesinato, alcanzó a presentar 33 denuncias ante el Ministerio Público de Honduras por las amenazas más recientes, pero ninguna fue investigada. La experiencia especifica de defensoras ante megaproyectos Dentro de ese panorama alarmante, la experiencia de las mujeres indígenas que están liderando la defensa de los derechos humanos frente a los abusos de los megaproyectos está también definida por quienes son y por lo que hacen en contextos con dinámicas específicas. Ellas son indígenas, lideresas, y defensoras de comunidades marginadas; con sus acciones están enfrentando poderosos adversarios; y ejercen el derecho a defender los derechos humanos de cara a una violencia extrema. Estas lideresas defensoras indígenas han alcanzado logros muy importantes para ellas y sus comunidades, lamentablemente muchas veces a altísimos costos personales, para sus familias, organizaciones y comunidades. Todo lo cual las sitúa en circunstancias especiales que han de entenderse bien para ofrecerles protección, colaboración y apoyo adecuados y efectivos. Estos son unos breves puntos que considerar: En América Latina hay 670 pueblos indígenas reconocidos. Son el sector social en mayor situación de desventaja, con más de 500 años de discriminación y despojo de sus recursos. Su existencia física y cultural se pone en grave riesgo con la llegada de los megaproyectos a sus territorios. Por ello, las acciones de las lideresas indígenas en defensa de los derechos humanos son cruciales, no sólo para frenar los abusos de hoy, sino para prevenir las consecuencias que tendrán para futuras generaciones. Estas mujeres son conscientes de “ser las defensoras de hoy y los ancestros femeninos de las futuras generaciones” [6]. El crecimiento económico de varios países de la región está sujeto a estos proyectos. No existe un umbral específico para definir un megaproyecto, pero la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) considera determinantes: su magnitud o dimensión, y el impacto humano y social de su actividad, teniendo en cuenta las circunstancias y contexto de las personas afectadas [7]. Estos proyectos incluyen, por ejemplo: la minería, infraestructura, parques eólicos y represas hidroeléctricas. Al enfrentar los abusos de los megaproyectos, ellas están enfrentando los actores más poderosos del mundo: los Estados, las empresas, el crimen organizado, los liderazgos machistas, entre otros. El ejercicio de la defensa de los derechos humanos por parte de las lideresas indígenas es de cara a una violencia extrema. Esta violencia es múltiple y entrecruzada, e incluye la violencia contextual general (homicidios, feminicidios, militarización, etc.), las desigualdades, la impunidad, la corrupción, las represalias y la creciente tendencia anti derechos en Latinoamérica. Son muchas las barreras, discriminaciones y violencias que las lideresas indígenas tienen que enfrentar en los distintos ámbitos de su vida. Aun con la visibilidad alcanzada es común que los Estados y las empresas busquen negociar con los líderes hombres. Aún prevalece la exclusión de las mujeres indígenas de las posiciones de toma de decisión. Las lideresas desempeñan papeles fundamentales en la organización de sus comunidades frente a los abusos de los megaproyectos, pero a menudo no son reconocidas, apoyadas o valoradas. Es frecuente que sean criticadas y denigradas por no cumplir con roles tradicionales asociados con lo femenino y por ser indígenas. A pesar de encontrarse en contextos adversos y relaciones de poder desbalanceadas y desfavorables, las defensoras alcanzan importantes éxitos en materia de derechos humanos. Berta Cáceres, por ejemplo, fue ampliamente conocida como "la activista que le torció la mano al Banco Mundial y a China" [8], luego de que estos actores económicos se retiraran del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca en territorio Lenca, reconociendo la conflictividad social [9]. Pero ese fue sólo uno de sus muchos éxitos. Otros éxitos de ella y de otras lideresas en situaciones similares incluyen surgir como defensoras, crear organizaciones militantes, impactar en las decisiones de las empresas y las políticas del Estado, y transformar positivamente la realidad de sus comunidades. Entender su experiencia de una forma integral también implica considerar estos logros para respetarlos, aprender de ellos y multiplicarlos. Algunas ideas en forma de conclusión Como bien dijo en varias ocasiones Berta Cáceres, “la lucha es contra el sistema racista, capitalista y patriarcal” [10]. En este sentido, es fundamental para cualquiera que quiera actuar con aliadx tomar en cuenta la complejidad de la lucha de las mujeres indígenas que lideran la defensa de los derechos humanos frente a los abusos de los mega-proyectos. Esa complejidad recoge tanto sus experiencias de éxito como sus experiencias de violencia y discriminación. Entenderla en toda su magnitud es central para poder abordar su situación de una forma más efectiva y así contribuir a mejorarla. Las agresiones contra las lideresas indígenas en represalia por sus acciones en defensa de los derechos humanos son manifestaciones de relaciones de poder, de engranajes de poderes e incluso de colusiones de poderes (Estatales y no-estatales, legales e ilegales). Entender mejor su experiencia, como víctimas de violencias pero también como lideresas y defensoras en contextos y circunstancias específicas donde se enfrentan a actores potentes, es imperante.   Foto: Altar en honor a Berta Cáceres, elaborado durante la protesta en rechazo por su asesinato que tuvo lugar frente a la Embajada de Honduras en el Reino Unido, el 7 de marzo de 2016. Fotografía de Nancy Tapias.  
Notas  [1] ONU. (1998). Declaración sobre las Defensoras y los Defensores de los Derechos Humanos, Asamblea General. Disponible en: http://www.ohchr.org/Documents/Issues/Defenders/Declaration/declaration_sp.pdf [2] Oficina de la ONU para los Derechos Humanos y Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2017) / OACNUDH, & CIDH. (2017). La OACNUDH y la CIDH lanzan un plan de acciones conjuntas para contribuir a la protección de las personas defensoras de derechos humanos en las Américas. Disponible en: http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=22301&LangID=S [3] Front Line Defenders. (2017). Annual Report on Human Rights Defenders at Risk in 2017. Disponible en: https://www.frontlinedefenders.org/en/resource-publication/annual-report-human-rights-defenders-risk-2017 [4] Global Witness. (2017). Defenders of the Earth: Global killings of land and environmental defenders in 2016.Disponible en:  https://www.globalwitness.org/en/campaigns/environmental-activists/defenders-earth/ [5] Business & Human Rights Resource Center / BHRC. (2018). Attacks on HRDs in the area of business and human rights: 2016 vs. 2017. Disponible en:  https://www.business-humanrights.org/en/key-findings-from-the-database-of-attacks-on-human-rights-defenders-feb-2017 [6] Notas de trabajo de campo. [7] CIDH. (2015). Pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y recursos naturales: protección de derechos humanos en el contexto de actividades de extracción, explotación y desarrollo. Disponible en: http://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/IndustriasExtractivas2016.pdf [8] BBC Mundo. (2016). “Honduras: matan a Berta Cáceres, la activista que le torció la mano al Banco Mundial y a China.” Disponible en: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/04/150423_honduras_berta_caceres_am#orb-banner [9] Sinohydro Group. (2013). Response to report by Rights Action about alleged violence & intimidation against Lenca indigenous communities related to the constructions of Agua Zarca dam, Honduras. Disponible en: https://www.business-humanrights.org/it/node/77673 [10] “Berta Caceres acceptance speech, 2015 Goldman Prize ceremony,” disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=AR1kwx8b0msabc

ULAM: 10 años de lucha y resistencia en defensa de los derechos y la Madre Tierra

La Red Internacional “Unión Latinoamericana de Mujeres” (Red ULAM), somos una articulación de organizaciones de mujeres de base defensoras de la vida, los territorios, los bienes comunes, los derechos y la Madre Tierra, fundada en 2008 en Cuenca, Ecuador. Actualmente, la Red ULAM está integrada por asociaciones que realizan su activismo en áreas impactadas por minería y otras industrias extractivas en Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. En esta primera década de existencia hemos establecido vínculos y alianzas con distintas organizaciones y organismos a nivel internacional. Por ello, desde hace largo tiempo mantenemos un estrecho contacto con el Comité para los Derechos Humanos en Latinoamérica (CDHAL), y otras organizaciones de Canadá. Esta relación ha permitido, entre otras cosas, ser parte del Encuentro Internacional “Mujeres en resistencia frente al extractivismo” que se realizó en abril del 2018 en Montreal, con la participación de la defensora de derechos humanos y actual vicepresidenta de la Red ULAM, Elsa Merma Ccahua. Luego de 10 años, hemos recorrido un difícil camino, pero ahora nos encontramos en un momento de mayor consolidación a pesar de los obstáculos internos y externos que hemos tenido que superar. Es por ello que estimamos importante compartir algunas de las experiencias que nos va dejando nuestro proceso organizativo con mujeres de base, que como nosotras, día a día enfrentan la arremetida de las corporaciones y que son afectadas directamente por el conflicto socioambiental que provoca el extractivismo, en especial la minería. Nosotras hemos logrado resistir juntando esfuerzos y solidaridad a través de la Red ULAM. Contexto en el que surge la Red ULAM. Desde finales del siglo XX, la expansión de las industrias extractivas en América Latina ha cedido el control de grandes extensiones de territorio a través de la figura de concesiones a corporaciones para que ellas hagan  prospección, exploración y explotación de minerales, petróleo, madera, construcción de hidroeléctricas y otras mega obras. Con la intromisión de las corporaciones – transnacionales en su mayoría – empezaron los conflictos socioambientales que motivaron, entre otros aspectos, la adecuación de las legislaciones de los países receptores para facilitar la invasión de los territorios, violando derechos fundamentales de los pueblos, como el derecho a la autodeterminación y a la consulta previa, libre e informada. Tanto las poblaciones asentadas en áreas concesionadas, como también aquellas en donde se han comenzado a evidenciar daños sociales y ambientales ocasionados por la extracción de los recursos y explotación de los bienes comunes emprendieron procesos de resistencia que se han convertido en uno de los movimientos más dinámicos actualmente en América Latina. Dentro de estos procesos las mujeres siempre estuvimos en la primera línea de la resistencia, jugando un papel protagónico, aunque invisibilizado por los liderazgos masculinos. En muchos casos, el rol de las mujeres es negado, obstaculizado y reprimido por el peso de las estructuras patriarcales que prevalecen y se refuerzan con el extractivismo, generando más violencia incluso en el ámbito de nuestra vida privada (familia) y comunitaria. En ese contexto, mujeres de toda Latinoamérica comenzamos a buscar espacios propios que nos permitan levantar con mayor fuerza nuestra voz y unirnos para fortalecer la defensa de los derechos humanos y de la Madre Tierra. Han surgido así distintas iniciativas, redes, frentes, y otras formas articulación en toda la región. Una de estas experiencias es la de la Red ULAM, que ha sido una parte fundamental de la lucha y resistencia de las organizaciones de mujeres de base que la integramos. Fundación de la Red ULAM. La Red ULAM se fundó en el Encuentro Latinoamericano de Lideresas “Por el derecho a defender nuestros derechos”[i] realizado en Cuenca, Ecuador, del 27 de marzo al 1 de abril de 2008. Las mujeres de Guatemala, Venezuela, Perú, Bolivia y Ecuador que estuvimos presentes en el encuentro decidimos conformar una instancia de articulación de nuestras luchas e ideales, a la que denominamos “Unión Latinoamericana de mujeres, por el derecho a defender nuestros derechos”.[ii] El Frente de Mujeres Defensoras de la Pachamama fue una de las organizaciones impulsoras y anfitrionas del encuentro de lideresas. El encuentro ocurrió en medio de un potente proceso de resistencia contra la minería en Ecuador que había tomado fuerza desde el 2004, dándose importantes movilizaciones masivas, especialmente en el sur del país, en el 2006 y 2007. Varias de sus integrantes habían sido criminalizadas, enfrentaban procesos judiciales, fueron estigmatizadas, reprimidas, agredidas física, verbal y sicológicamente, encarceladas y perseguidas por los gobiernos de Alfredo Palacio y Rafael Correa. Un día después de la conclusión del encuentro, fue encarcelada Francisca Zhagüi Chuchuca, integrante del Directorio de las Defensoras de la Pachamama, en el marco de las protestas convocadas por la Coordinadora Nacional por la Defensa de la Vida y la Soberanía. La Coordinadora exigió de la Asamblea Constituyente, instaurada para reformar la Constitución ecuatoriana, que promulgara el que se conoció como Mandato Minero.[iii] Otras organizaciones fundadoras de la Red ULAM que participaron en el Encuentro de Lideresas del 2008 en Cuenca y continúan integrándola actualmente son: el Centro de Mujeres Indígenas Candelaria de Bolivia y las Mujeres del Agua de Venezuela. Posteriormente, nuestra Red Internacional adoptó el nombre y las siglas con las que hoy se le conoce (Unión Latinoamericana de Mujeres, o sea Red ULAM), y se conformó la primera Junta Directiva, presidida por la defensora de los derechos humanos Lina Solano Ortiz del Frente de Mujeres Defensoras de la Pachamama, en Ecuador. Logros y obstáculos en los 10 primeros años de existencia de la Red ULAM. En esta primera década como Red ULAM hemos centrado nuestros esfuerzos en visibilizar el papel protagónico que las mujeres estamos jugando en procesos de resistencia al extractivismo en Latinoamérica, en especial a la industria minera, a pesar de la situación de alto riesgo en la que nos encontramos por toda la violencia generada en contra nuestra por las corporaciones, los gobiernos, los Estados y la población que está a favor de las empresas. Esto nos ha permitido a su vez hacer aportes desde nuestras propias realidades, vivencias y experiencias directas, para subrayar los graves y diferenciados impactos causados por la intromisión de las corporaciones mineras en nuestros territorios. En este sentido, uno de los logros que podemos destacar es el haber abierto espacios para conocer y amplificar la voz de las mujeres de base en resistencia a la minería. Recalcamos también la importancia de nuestros procesos organizativos de consulta y alianza como estrategias que nos han permitido fortalecer nuestra presencia, nuestro activismo, liderazgo y reconocimiento social a nivel comunitario, local, regional e internacional. Podemos mencionar, como ejemplo del fruto del trabajo de la Red ULAM, las compañeras Mujeres del Agua, organización activa en El Paují en la Gran Sabana de Venezuela, que consiguieron hacer que una mujer indígena Pemón fue elegida en 2017 como Capitana de estas comunidades. Este cargo había sido tradicionalmente ocupado por hombres. La Capitana electa conformó su Directiva con 7 mujeres, siendo la segunda Capitana Valdirene Roque da Costa, integrante de las Mujeres del Agua[iv]. A través de nuestro proceso como Red ULAM, hemos promovido, fortalecido y articulado organizaciones populares de mujeres, tarea sumamente difícil frente a la realidad que vivimos, sobre todo en las áreas rurales, pero que sin embargo nos deja grandes satisfacciones. En estos 10 años, en unos casos hemos conseguido mantener nuestros propios espacios organizativos. En otros, hemos impulsado la creación y/o consolidación de organizaciones, y también hemos apoyado e integrado a nuevas asociaciones en la Red. Otro aspecto importante de nuestra experiencia ha sido la protección de las mujeres defensoras a través de la solidaridad activa y directa. Hemos encontrado diferentes maneras de apoyar a las defensoras en riesgo, como en el caso de Máxima Acuña de Chaupe, a quien, sumándose a los esfuerzos de otras organizaciones, la Asociación de Mujeres en defensa de la Vida de Cajamarca (integrante de la Red ULAM), acompañó en momentos en que la empresa minera Yanacocha realizó varios ataques y una fuerte campaña de desprestigio contra ella y su familia. En el 2015, nuestra Red ULAM reconoció a Máxima Acuña como “Defensora del Año 2014”.[v] A través de todo el trabajo de visibilización, denuncia, acompañamiento, capacitación de seguridad y protección, creación de alianzas con otras organizaciones a nivel comunitario, local, nacional e internacional, hemos logrado atenuar el nivel de riesgo en el que actuamos varias de las mujeres y organizaciones que integramos la Red. Por cierto, seguimos siendo blanco de la violencia extractivista y encontramos serias limitaciones para acceder a la justicia, por lo que las violaciones de derechos cometidas en nuestra contra por las corporaciones mineras, los gobiernos, así como por la población pro-minera, siguen quedando en la impunidad. Pero el contexto de agresión y violencia en el que nos desenvolvemos no ha sido el único obstáculo que vencer. También la propia dinámica interna de la organización, con sus permanentes conflictos, ha convertido en un reto el sostenimiento de la Red ULAM. Así el esfuerzo que tenemos que realizar las mujeres de base para permanecer organizadas y articuladas se convierte en un trabajo adicional que no se ha tomado en consideración y que se suma a la carga de responsabilidades y desafíos que día a día tenemos que sortear. Por lo tanto, al final de esta primera década, la existencia misma de la nuestra Red ULAM es para nosotras un gran logro. Significa que a pesar de que tenemos que multiplicar nuestros esfuerzos para responder a las demandas desde el ámbito familiar y comunitario, desde la lucha contra las corporaciones, gobiernos y estados, y desde la dinámica interna de nuestros propios procesos organizativos, continuamos en el camino emprendido en el 2008 en Cuenca, Ecuador. Conclusiones Luego de este rápido recuento del proceso de la Red ULAM, sus logros y obstáculos, podemos concluir que, para asociaciones de mujeres de base, ser integradas a la Red ha significado un cambio radical de la situación que teníamos antes de conformarla. Tenemos hoy un cúmulo de experiencias que nos permitirán seguir aportando para el fortalecimiento la resistencia al extractivismo, para la defensa de los derechos humanos y de la Madre Tierra, y también para tener una mayor comprensión de los impactos que generan este tipo de industrias, particularmente para las defensoras. La Red ULAM surgió y es una parte fundamental de nuestra lucha y resistencia. Por ello, más allá de todos los retos y obstáculos que tengamos que seguir afrontando, estamos seguras de hay que seguir acompañándonos, uniendo esfuerzos, y trabajando juntas y en solidaridad por la causa común que defendemos.   Foto: Asamblea anual de la Red ULAM. Cuzco, Perú. 2017. Fotografia de Red ULAM.  
Notas  [1] Coordinadora Nacional por la Defensa de la Vida y la Soberanía, “Encuentro Latinoamericana de Lideresas en Cuenca”, dirección URL: http://nomineria.blogspot.com/2008/03/encuentro-latinoamericano-de-lideresas.html (página consultada en octubre de 2018). [2] Biodiversidad en América Latina y el Caribe, “Declaración del Encuentro de Lideresas Latinoamericanas “Defensoras de la Pachamama”, direccion URL: http://www.biodiversidadla.org/content/view/full/40704 (página consultada en octubre de 2018). [3] Coordinadora Nacional por la Defensa de la Vida y la Soberanía, “Urgente: brutal represión contra los luchadores antimineros”. Dirección URL: http://nomineria.blogspot.com/2008/04/urgente-brutal-represion-contra.html (página consultada en octubre de 2018). [4] Red ULAM. “ULAM celebra el Día Internacional de la Mujer en Cajamarca, Perú”, dirección URL: http://redulam.org/bolivia/ulam-celebra-el-dia-internacional-de-la-mujer-en-cajamarca-peru/ (página consultada en octubre de 2018).abc

Mujeres Tejedoras : Alternativas a un sistema de saqueo y despojo. Un encuentro con Yira Urzola, joven líder social colombiana

—Abuela, ¿cómo puedes tener tanta paciencia mientras tejes con tus hilos?  —Es como la vida. Si te fijas en los hilos en su estado original, se asemejan a un caos, sin sentido ni relación; pero si recuerdas la tela que estás creando, todo el bordado tendrá sentido, aún en los enredos. Expresión de la sabiduría de las mujeres tejedoras [1]. Han sido tantas y tan olvidadas las mujeres tejedoras de un mundo más justo y más solidario; capaces de enmarcar sus luchas de frente y sin eufemismos contra el capitalismo y el patriarcado. Así que es nuestro deber evidenciarlas a todas. Las tejedoras, como las llamaremos, son mujeres de todos los espacios de la tierra, mujeres capaces de enfrentarse ante patronos, jefes, maridos, leyes que sepultan sus derechos, sus voces y sus memorias colectivas. Las tejedoras han sido miles que nos han legado sus voces y anhelos por un mundo más igualitario y respetuoso con la vida digna. Yira Urzola, una tejedora de paz Tal es el caso de Yira Urzola, una mujer colombiana de 26 años nacida en el municipio de Sincelejo, capital del departamento de Sucre. Legalmente llamada Yira Días Urzola, ella acogió el apellido de su madre como una reivindicación histórica y simbólica, en el medio de un sistema que enmarca al hombre como ser preponderante y principal. Aunque parezca una acción pequeña derivada de un sentir personal, el hecho de hacerse llamar Yira Urzola hace parte de una lista de largas reivindicaciones que nos afecta a todas, sin importar nuestro devenir y procedencia. Proveniente del campo, con una construcción familiar indígena, se analiza ella misma como hija de otra defensora de la vida y de los derechos de las mujeres. Sabe que el campo es también un escenario de lucha y transformación donde: “las mujeres no estamos hechas solo para cuidar de los niños”. Y que todas las mujeres en todos los espacios públicos y privados somos sujetos políticos, con derechos y deberes colectivos. Desde los 15 años trabaja con la Federación Nacional Sindical Unitaria (FENSUAGRO). FENSUAGRO es una organización sindical colombiana que desarrolla su trabajo desde hace más de 40 años. Su compromiso no sólo se desarrolla por y para el sector campesino, sino también por el sector de la agroindustria y el derecho a la filiación a un sindical. Yira reivindica con coraje: “Me considero Fensuagrista, inicié apoyando al equipo nacional de mujeres, y después el equipo nacional, y luego en la formación.” Ella también conoce de cerca el trabajo de la Juventud Comunista Colombiana (JUCO). Se ha ido formando ideológicamente como militante activa, analizando la lucha de clases y de una forma más dialéctica la lucha de clases indígena, campesina y sindicalista, que es una sola. Extrativismo y resistencia Hablar de extractivismo implica inicialmente hablar de territorios. Escenarios en continentes históricamente saqueados como África, Asia y América Latina. En segundo lugar, implica hablar de seres humanos; mujeres y hombres defensores de la vida digna que buscan un completo balance con la naturaleza, el agua y los seres vivos más pequeños casi imperceptibles al ojo humano. En ese sentido, “desde FENSUAGRO hemos dicho no al extractivismo” comenta Yira. Pues ésta forma de hacer economía “no tiene cuidado, empobrece, acaba con la naturaleza, y nosotros somos seres dependientes de la naturaleza.” No es un secreto que América Latina se encuentra en un lugar estratégico para el norte. Es preciso recordar un primer saqueo hace más de 500 años por parte de la corona española, quien altero la escala de valores para imponer valores para el beneficio extranjero, desconectados de la vida y enmarcados en la traición a la tierra. Actualmente presenciamos otro saqueo masivo, con una infraestructura que envidiaría el mismo Henry Ford por las ganancias y el bajo costo de inversión, y que gobiernos como el colombiano siempre ha apoyado. Colombia como caso específico “posee importantes recursos naturales en oro, níquel, plata, platino, cobre, carbón y esmeraldas, que son más fáciles de explotar dada la posición estratégica del país en el continente latinoamericano. Tiene una salida al Océano Pacifico y hacia al Océano Atlántico, así como una conexión con el mar Caribe, constituyéndose en un interfaz ideal entre Suramérica y América del Norte” [2]. Puntualmente, “las transnacionales han sido las responsables de cometer reiteradas violaciones a los derechos humanos como es el claro ejemplo de lo que sucede actualmente con la empresa el Cerrejón en la Guajira. La misma ha realizado la explotación de carbón más grande del país y ha desviado los cauces de los ríos lo que, con el paso del tiempo, ha generado una grave emergencia ambiental y alimentaria” [3]. Todo este saqueo está acordado y orientado por organizaciones como el Banco mundial, el Fondo Monetario Internacional y hasta la misma Organización de las Naciones Unidas, afirma Yira, con una voz fuerte y natural. “Desde Fensuagro decimos que es un escenario más de protocolo y apoyo a políticas que no tiene nada que ver con el quehacer y la defensa de los pueblos, lo mismo con el Banco Interamericano de Desarrollo y así un sinfín de nombres.” Así mismo analiza: “aquí existe un escenario de lucha.” Son muchas las comunidades que crean dinámicas propias, donde se consolidan estrategias adecuadas que permitan la resistencia. Las luchas contra el extractivismo Las luchas particularmente desarrolladas en Colombia son de carácter intrínseco a las comunidades, relacionadas con seguridad alimentaria, sustitución voluntaria de cultivos ilícitos, pesticidas, semillas transgénicas, mineras, hidroeléctricas, privatización del rio Magdalena, agua potable en general y defensa de los derechos humanos, para destacar algunos ejemplos. Una de las características del escenario colombiano se halla justo en un conflicto armado interno de más de 60 años. Lo que empuja a las comunidades a enfrentar por un lado a los gobiernos serviles a intereses norteamericanos, por otro a las multinacionales, y por otro a los grupos armados —varios de estos grupos pagados por grandes empresas internacionales consolidando así el control del paramilitarismo. “El país se ha efectivamente integrado a las dinámicas internacionales de globalización económica, financiera y comercial, pero en un clima de violencia de índole tanto estatal como paraestatal” [4]. Las comunidades se organizan desde hace muchas décadas. Como lo interpreta Yira, fijan acciones concretas: “han hecho bloqueos en las carreteras, en las autopistas.” Ante todo, “se conciben escenarios de discusión frente a la política que queremos, la política que nos ha hecho daño; creo que mi invitación sería promocionar espacios de formación política, ideológica y feminista. Siempre hemos sido justamente vulnerables por tener falta de formación, de acceso a la información y creo que el llamado es que justamente nuestros líderes y lideresas, esas de carácter local, regional, nacional e internacional se sigan documentando e informando.” Yira va más allá de la burocracia característica de gobiernos como el colombiano; entonces propone ejercicios “que trasciendan el quehacer y no sólo que se queden en el papel, sino acciones y territorios que resistan y luchen. Desde el agro, obviamente le apostamos sobre la reforma agraria democrática integral o la reforma agraria democrática y popular.” El gobierno colombiano jamás va a tener una voluntad de respeto por la vida y las comunidades. En tal sentido, las comunidades seguirán tomando acciones para reivindicar la vida y los territorios. Conclusiones Hablar de extractivismo es hablar inmediatamente de la lucha por la tierra, por los recursos dados por la madre tierra, afirma Yira. Es preciso la construcción de estrategias de resistencia y de lucha propias de cada territorio.  Así mismo agrega la joven Urzola: “Hay que ir poco a poco desde los movimientos sociales, campesinos, indígenas desde todos los sectores de la sociedad civil en América Latina. Pensarnos cada vez con mayor firmeza y buscar cuales son las soluciones reales y concretas.” La defensa por el territorio es la defensa por la vida humana. “Todos los seres humanos dependen del medio ambiente en el que vivimos. Un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible es esencial para el pleno disfrute de una amplia gama de derechos humanos, entre ellos los derechos a la vida, la salud, la alimentación, el agua y el saneamiento. Sin un medio ambiente saludable, no podemos hacer realidad nuestras aspiraciones, ni siquiera vivir en un nivel acorde con unas condiciones mínimas de dignidad humana. Al mismo tiempo, la protección de los derechos humanos ayuda a proteger el medio ambiente” [5]. La disputa por la vida digna y cercana a la ecología es un escenario qué va en contra del capitalismo y del patriarcado. Yira asevera que: “somos nosotras las mujeres quienes históricamente hemos resistido en el campo y en las ciudades porque justamente cuando hay mayor violencia los hombres son los los primeros actores. Las mujeres somos las que resistimos, trazamos propuestas y articulados al calor de una necesidad.” Yira Urzola es una mujer como cientos de miles. Capaz de fundar y recrear nuevos escenarios más solidarios creando sororidades. Nos invita con su voz firme: “Nosotras como esa nueva mujer, llamadas a no quedar en la historia como en el recuerdo de lo que fuimos.”  Sino todo lo contrario: mujeres que generen iniciativas orgánicas, ideológicas y ante todo humanas. Mujeres tejedoras.   Foto: “Esperamos que todas las mujeres se vinculen a los procesos organizativos para construir un mejor país, en paz con justicia social”, Viotá, Cundinamarca. Marzo 2018. Fotografia de Camilo Raigozo.  
Notas [1] Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (2009), Tejiendo vínculos, Tejiendo sueños, Tejiendo vida desde la primera infancia. Promoción de la resiliencia familiar. Manual de agentes educativos. [2] Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (2016). Declaración escrita, 32ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas Ginebra 13 de junio al 1 de Julio de 2016 Tema 3 de la agenda, URL: http://www.aipazcomun.org/wp-content/uploads/2016/06/CPDDH-Decl-escrit-El-Impacto-de-las-Transnacionales-y-Multinacionales-en-Colombia-sobre-el-MAmbiente-y-DDHH-juni-20161.pdf  [3] Ibid. [4] Ibid. [5] Relator Especial sobre los derechos humanos y el medio ambiente, John Knox, URL: http://www.ohchr.org/SP/Issues/Environment/SREnvironment/Pages/SRenvironmentIndex.aspx  abc